Casi nadie conoció a Trebulet, el falsificador. La mente de los burgueses no alberga sucesos de aparente poca monta, quizás por que la ausencia de letras grandes no permiten la comprensión, cuando no, la grandeza.
Trebulet era rico, muy rico, poseía la marca de calzado mas reconocida en aquellos tiempos.
Un buen día en el que vaciaba su poco usada billetera (al señor Trebulet no le agradaba llevarla) dio con su único billete allí olvidado. Quizás su apetito por el desafío o su necesidad de mejorar su pertenencia, lo llevo a la decisión de falsificar y mejorar su billete de 5 pesos.
La tarea era compleja, ya que Trebulet no se contentaba con simpáticas copias que engañaran el diestro tacto del verdulero, Trebulet quería un billete perfecto ante los ojos más exigentes.
Comenzó con el estudio del papel, luego de exhaustivas pruebas, y miles de pesos en reactivos llego a la combinación perfecta de ingredientes necesarios. Había entre los mismos, gran cantidad de celulosa, pero también algodón, lino y poliéster.
Una vez conseguidas las proporciones adecuadas puso en marcha el siguiente paso. La tinta, otra vez arduas horas de trabajo en su pequeño taller ubicado en un rincón de la inmensa fabrica, y otros miles de pesos en reactivos, lograron la receta para dar con el pigmento, y una pequeña baja de los ingresos mensuales del señor.
Al cabo de 2 años, el señor Trebulet tenia la lista de componentes para dar con el billete adecuado. Puso manos a la obra y gasto una fortuna en maquinaria para la obtención del mismo. Compro prensas, secadoras, mezcladoras, computadoras y tonificadoras.
Luego de estas adquisiciones la cuenta bancaria de Trebulet bajo considerablemente, como así también la fabricación mensual de calzado, ya que una buena parte del espacio reservado a la industria zapatera, fue reemplazada por los nuevos aparatos necesarios para el billete.
Trebulet descuido su negocio, las ventas cayeron, hubo huelgas, y hasta algunos robos por parte de los mismos empleados, sin embargo a él no le importaba nada más que su billete de 5 pesos y era ciego a todo lo ajeno.
2 años mas de vida le costaron conseguir el billete final, pero cuando al fin lo tuvo en sus manos, lo vio feo e imperfecto, sintió que todavía era altamente mejorable e indigno de sí y puso manos a la obra. Su fortuna había transmutado en deudas, estaba al borde de la quiebra, pero el billete lo era todo para él. Se dedico a investigar química y adquirir componentes más duraderos y perfectos. Al cabo de poco tiempo Trebulet llego a conocer el éxito personal en forma de un único billete ignifugo, resistente al agua, imposible de tachonar, perfumado e indestructible. Se paseaba orgulloso de si exhibiéndolo ante la atenta mirada de sus amigos y conocidos que no veían más que 5 pesos.
Sin embargo las desatenciones de su vida desembocaron en un tumulto judicial que lo llevaron a la prisión por deudas y denuncias de acoso por parte de empleadas oportunistas.
Cuando lo detuvieron Trebulet tenia el billete entre sus pertenencias, pero luego de 3 días, al salir de prisión, el mismo no estaba. Durante su ausencia alguien se lo había robado y usado por lo que era, un pequeño deleite, y un café en un bar de mala muerte.
Trebulet murió al poco tiempo, solo y en la ruina.
Algunos toman a Trebulet como un hombre honorable, de fuerte espíritu y tenaz ante la adversidad.
Pero otros, más perspicaces, entienden que el amor no consiste en mejorar a nadie sino más bien, en valorar lo que se ama, aunque sean 5 pesos.